XIPAGUAZIN, PRIMERA INMIGRANTE AZTECA EN ESPAÑA

José Ramón Santillán

por Dr. José Ramón Santillán Buelna
 

Doctor en Ciencia Política, Universidad Pompeu Fabra, España
Profesor mexicano de Teoría de la Información.
Universidad Rey Juan Carlos, Madrid.

joseramon.santillan@urjc.es

• Jordi Soler en El príncipe que fui narra la primera migración mexicana a España.

• Mexicanos y españoles, hijos del mestizaje que inició en 1520.

• Somos sujetos transnacionales, culturalmente híbridos y mestizos.

En el libro Ese príncipe que fui (Alfaguara, 2015) de Jordi Soler, el escritor mexicano narra la historia de Xipaguazin, hija de Moctezuma, que es llevada por un noble español a un pueblo del Pirineo catalán en 1520. La obra se mueve entre la realidad y la ficción y se alimenta de la vida de Federico de Grau Moctezuma, último y legítimo heredero del emperador azteca, de su ascenso a la cima de la alta burguesía catalana en los años setentas del siglo pasado, luego la caída y posterior exilio en tierras veracruzanas. Y de la vieja leyenda de que hay un tesoro azteca enterrado en alguna parte de Toloríu, un pueblo de Cataluña.

Desde la perspectiva de las relaciones entre México y Cataluña el libro invita a la reflexión sobre el origen de la migración mexicana en esta región del Mediterráneo y en el conjunto de España. El escritor documenta que la princesa azteca vino acompañada con un séquito de 150 personas que incluía a su hermano predilecto, damas de compañía, hechicero y sirvientes. Toda está numerosa corte cuadruplicó súbitamente el número de habitantes del pueblo, que eran sólo 53 personas.

La llegada de Xipaguazin, primera estrella del atardecer en lenguaje náhuatl, y su corte a tierras catalanas inició las relaciones políticas, migratorias, culturales entre mexicanos y catalanes. El resultado fue un nuevo mestizaje porque ambos grupos necesitaban comprenderse y hacerse entender. Este hibridismo cultural se concretó primero en un nieto de Moctezuma, fruto de la relación del noble catán con la princesa, y después en la formación de parejas mixtas que procrearon hijos, y con el paso del tiempo, poblaron aquella región de España, que como comenta el escritor “hasta hoy, en las maneras y en los rasgos de los viejos del pueblo, sigue siendo muy patente”.

El libro Ese príncipe que fui tiene un valor no sólo literario sino también histórico porque abre camino al estudio de los orígenes de la migración mexicana en España. El escritor cuenta que a la muerte de Xipaguazin un grupo de 50 mexicas iniciaron un éxodo al Sacromonte, un pueblo de Granada, donde el archivo comarcal y regional registraba en 1885 la existencia de una tribu de “mexicanos puros”, trescientos años después de su salida de Toloríu.

Una lectura de esta obra nos sitúa ante la necesidad de repensarnos todos en el siglo XXI como sujetos transnacionales, culturalmente híbridos y potencialmente mestizos. Donde el ser humano está en constante mutación física, espacial y cultural. Emigrar produce un nuevo mestizaje, no significa abandonar nuestro origen ni idiosincrasia sino construir una identidad múltiple e integral que cree historia. Mexicanos, catalanes y españoles somos hijos de los entrecruzamientos raciales, ideológicos, genéticos y culturales que empezaron hace casi 500 años como queda documentado en el libro Ese príncipe que fui de Jordi Soler.